Los proyectos originales para el Aeropuerto de Madrid

HDR de la Terminal 4 del Aeropuerto de Madrid-Barajas en la actualidad (Fuente)

La construcción del aeropuerto de Madrid-Barajas surgió en 1928 ante la necesidad de dotar a España de una red de transporte aéreo centrada en la capital. Hasta entonces, los vuelos con origen y destino Madrid operaban en el aeródromo de Getafe, el aeródromo Loring de Carabanchel y el aeropuerto militar de Cuatro Vientos, unas instalaciones insuficientes para el creciente tráfico aéreo.

Tras la compra mediante concurso público de los terrenos necesarios en abril de 1929 (146 hectáreas que tuvieron un coste de 731.000 pesetas), se convocó en la Gaceta de Madrid del 23 de Julio del mismo año un concurso de proyectos premiado con 10.000 pesetas y dos accésits de 5.000 pesetas cada uno.

El fallo del concurso determinó que ninguno de los proyectos cumplía las condiciones técnicas necesarias para ser realizado completo, y se designó como ganador el proyecto presentado por el Marqués de los Álamos, ingeniero, y Luis Gutiérrez Soto, arquitecto, el cual sería construido con las consecuentes modificaciones. Los accésits fueron para los ingenieros militares Leopoldo Jiménez y Juan Carrascosa, y los arquitectos Rafael Bergamín y Luis Blanco Soler, cuyos proyectos debían servir también a la Junta de Navegación y Transportes Aéreos para dar forma al proyecto final.


Características y construcción del proyecto ganador

El Marqués de los Álamos y Luis Gutiérrez Soto proyectaron un edificio presupuestado en 6.500.000 pesetas que se dividía en dos zonas: una para viajeros y otra para visitantes, esta última, fruto de los viajes de los autores a América y Alemania, donde decían haber observado que el 75 % de los ingresos de los aeropuertos provenían de los curiosos que se acercaban a visitarlos, y no de los viajeros.

La estación de viajeros se distribuía en tres plantas (un sótano con los servicios auxiliares; una planta principal donde se situaban el restaurante, el bar, las oficinas de las compañías aéreas, etcétera; una planta superior que alojaba habitaciones de hotel y las oficinas del aeropuerto; y una terraza en la azotea del edificio para el disfrute de los visitantes).

También se proyectó una torre de mando, coronada por el faro, y dos hangares. Algunos planos y la fotografía de una de las maquetas presentadas se adjuntan a continuación (click para ampliar).


Vista frontal del edificio principal (Fuente)

Vista lateral del edificio principal (Fuente)

Maqueta de escayola del edificio (Fuente)


Las obras comenzaron rápidamente, y se desarrollaron en los dos años siguientes, inaugurándose el aeropuerto en 1931. En ese momento el conjunto tan sólo disponía del edificio principal, un campo de vuelo sin pavimentar, cubierto de hierba, de 1.400 x 1.200 metros de superficie, y dos hangares, demorándose hasta 1933 la apertura de la primera terminal de pasajeros.

El edificio principal se mantuvo en activo, sufriendo sucesivas modificaciones, hasta 1963, año en el que fue demolido. Actualmente sobre ese terreno se sustenta la Terminal 2.

Edificio principal del Aeropuerto de Madrid-Barajas en 1931 construido siguiendo
el proyecto modificado del Marqués de los Álamos y Luis Gutiérrez Soto (Fuente

Junto con el ganador, los demás proyectos presentados a concurso se recogen en el número 26 de la revista de aeronáutica Ícaro, cuyo archivo puede encontrarse, en parte, digitalizado en la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional. A continuación se describen algunos de ellos.


Accésit de los ingenieros Leopoldo Jiménez y Juan Carrascosa

Los ingenieros militares Leopoldo Jiménez y Juan Carrascosa, en aquél momento autores de todos los aeródromos militares de España, presentaron dos proyectos.

El ganador del accésit estaba presupuestado en 4.348.369,70 pesetas. El edificio principal se dividía en tres plantas: en la baja se encontraban los servicios para los viajeros, el bar y el restaurante; en la primera, las oficinas de radio y meteorología; y en la segunda, la torre de mando. La oficina del jefe del aeropuerto y una clínica de emergencia se situaban a bastante distancia del edificio principal, y aún más lejos, junto a la estación de telecomunicaciones, se encontraba el faro. También se proyectó un hangar de 200 m2 con los talleres adosados, un edificio para alojar los generadores y un garaje.


Accésit de los arquitectos Rafael Bergamín y Luis Blanco

El segundo de los accésits fue otorgado a los arquitectos Rafael Bergamín y Luis Blanco Soler. Su proyecto estaba inspirado en los aeropuertos alemanes de la época, y al igual que el de los ganadores, distinguía una zona de pasajeros y otra de visitantes.

La torre de telecomunicaciones, con dos antenas de 70 metros de altura, se ubicaba a un kilómetro del edificio. Tras ella, una gran avenida daba acceso al edificio principal, reservando los márgenes del camino para la futura construcción de una ciudad-jardín para el personal del aeropuerto. A la entrada del edificio principal se situaba un gran parking descubierto. En el interior, la planta baja alojaba los servicios de viajeros, oficinas y dirección, así como un restaurante con terraza. Fuera, frente a la pista, se situaba el área de visitantes, destinada al público que acudiera a ver las maniobras de los aviones. En las alas del edificio se situaban las urgencias médicas y un hotel-pensión para mecánicos.

Anexos al edificio principal se proyectaron cuatro hangares de 112 metros de fachada, y en el centro de la pista, una torre de 12 metros de altura hacía las funciones de faro, tal y como puede verse en las ilustraciones adjuntas.

Recreación del edificio principal (Fuente)

Vista aérea del conjunto del aeropuerto (Fuente)

Maqueta del edificio principal (Fuente)


Un aeropuerto en forma de avión

Cabe también destacar, por su peculiar silueta, el proyecto presentado por Rogelio Sol, ingeniero, y Castro Fernández Shaw, arquitecto, que resultó ser el más llamativo, aunque también el más caro de todos, con un presupuesto de 9.410.860 pesetas de la época.

Los autores justificaron la cifra diciendo que “aunque es el de mayor coste, resulta el más económico, porque los materiales empleados son de primera calidad y está dotado de algún servicio del que carecen los demás”.

El edificio principal tenía forma de avión, y el interior estaba distribuido para que el viajero no tuviera que detenerse en su camino hacia la pista, encontrando al paso todos los servicios necesarios (taquilla, oficinas, aduana…). La cola del avión tenía la función de porche, y la cabina, con vistas panorámicas a las pistas, la de oficina para el jefe del Aeropuerto.

Junto con el edificio, se proyectó una avenida de 25 metros de anchura y un faro que servía a su vez de torre de telecomunicaciones, así como un restaurante con la forma del emblema de la Aviación Española, hangares, edificios destinados a viviendas, una clínica de urgencia, calles y estaciones.

Maqueta del Proyecto Sol-Shaw (Fuente)
La misma maqueta, desde otra perspectiva (Fuente)

La descripción del resto de proyectos puede encontrarse en el número 26 de la revista Ícaro, en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional.

Fuentes y más información: Ícaro | Controladores aéreos | EcuRed | Urban Idades 

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